En las PYMES españolas existen una serie de creencias bastante más generalizadas de lo que nos podemos imaginar, que distan mucho de ser ciertas, y que perjudican notablemente el rendimiento económico de dichas PYMES. Me refiero a aquellas que menoscaban la importancia de disponer de una contabilidad correcta, saneada y actualizada. Y es que muchas empresas de pequeño o mediano tamaño, que se encuentran en un momento de crecimiento, y que tienen un departamento de administración insuficientemente dimensionado para la cantidad de trabajo que empieza a soportar la empresa, terminan por presentar una contabilidad caótica, por incorrecta, por caótica o por desactualizada. O por las tres cosas. Y esas creencias generalizadas a las que me refiero, son tres: la primera, que la contabilidad de este tipo de empresas la puede llevar un administrativo-contable con cualquier pequeño apoyo, o incluso sin él. Error. La segunda, que la contabilidad no es tan importante. Tremendo error. Y una tercera creencia, que se puede cerrar una contabilidad de cualquier manera, que nadie lo comprobará. En este punto, toda empresa que no esté en obligación de auditar estará en posesión de parte de la razón, pero es un tercer gran error, y lo veremos más adelante. De los tres errores, determinar cual es el más nocivo para una empresa, me resulta complicado. Dejar la contabilidad en manos de personas poco cualificadas, en base a que «no es mucho», es como dejar una operación de amigdalitis en manos del personal de limpieza porque «no es muy grave». Y en cuanto esa empresa empieza a crecer y la contabilidad se acumula, son muchos los casos en los que se le pone a esta persona «una ayuda», en forma de becaria/o o una persona de un perfil más bajo. Esto suele llevar a la saturación, al desánimo y al trabajo mal hecho. Llevar por gestoría una contabilidad de cierta envergadura, aparte de dejar de ser rentable, tampoco es práctico. Hay que recordar que, la contabilidad, es la base de todas las decisiones financieras y de tesorería que se adoptan en una empresa. Y aquí enlazo el primer error con el segundo. La contabilidad es clave y hay empresarios que la desprecian mientras en la caja tengan dinero. Son muchos los casos según mi experiencia. Esto lleva a empresas a tener activos ociosos que pierden valor con la inflación, o incluso a no prevenir tensiones de tesorería transitorias por no realizar un correcto análisis de los balances. Por último, cerrar la contabilidad de cualquier manera, ya sea por falta de capacidad, o de manera intencionada, es el deporte nacional. Es cierto que nadie revisa los libros de las empresas pequeñas y que esta premisa incita a proceder de cualquier manera. Es cierto que incluso en auditorías del Registro Mercantil que yo he tenido en mis manos, se pasa por alto prácticamente todo. Pero también es cierto que las cuentas de la sociedad son su fotografía, y que esta se presenta al tratar de obtener financiación, al tratar de presentarse a algún concurso, o al tratar de alcanzar alguna subvención. Y en estos casos, sí que serán convenientemente revisadas. La recomendación es tener la contabilidad saneada, que sea real y que esté al día.