No todo el mundo entiende la diferencia entre estos dos productos financieros. Los emprendedores que tienen pequeñas empresas me piden consejo al respecto con cierta frecuencia. Hay dos claves, la primera, saber qué es cada producto, sus ventajas en inconvenientes. La segunda, ser conocedor exacto de las necesidades de uno mismo. Por partes, vamos a diferenciar préstamo de crédito. El préstamo es una cantidad que te concede la entidad financiera, que se desembolsa por completo en tu cuenta y que se devuelve en un periodo denominado de «amortización», con unos intereses que suelen ser más bajos que los del crédito. El crédito, en cambio, no se desembolsa en tu cuenta. Se concede una línea de crédito (en cuenta o tarjeta) y el beneficiario va disponiendo del importe según lo va necesitando. Los intereses (mayores que los del préstamo por lo general), se van liquidando, mensual, trimestral o anualmente, según figure en el contrato, y la cancelación del principal se realizará a la finalización de la concesión o renovación de la línea, que suele ser de carácter anual. Conociendo esto, mi consejo siempre es acudir preferiblemente al crédito, siempre y cuando tu tesorería te permita realizar el pago de la inversión a realizar sin perjudicar tu margen de maniobra. Si la tesorería no lo permite o tu margen de maniobra se vea comprometido, necesariamente se debe recurrir al préstamo. ¿Por qué pedir crédito si podemos realizar el pago de la inversión si perjudicar el margen de maniobra? Pongamos un ejemplo: quiero comprar maquinaria para mi almacén. Puedo pagar en efectivo y mi margen de maniobra seguiría siendo positivo. Habría que analizar en qué medida. Si con todo y con eso mantuviéramos una situación de activos ociosos (exceso de tesorería), no habría necesidad de recurrir al crédito, pero si el margen se estrecha, habría que analizar bien el activo circulante. Con un exceso de mercaderías o una rotación de clientes poco fiable, contratar el crédito sirve de colchón por si no se puede convertir el realizable en disponible con facilidad. Ni siquiera habría que disponer de importe alguno de la póliza si no es absolutamente necesario, y, llegado el momento de la renovación, se analizaría su conveniencia o no. En el campo de la financiación, lo que se puede hacer por el cliente es exponer la información y proponer consejo, pero siempre la decisión final será suya. No obstante, en caso de duda siempre recomiendo contactar con un profesional. Síguenos en www.iberproin.com